La espiral, el simbolismo de la evolución humana

La espiral es el símbolo de la evolución humana

La espiral es el símbolo por excelencia de la evolución humana. Pasamos una y otra vez por las mismas experiencias, sólo que cada vez el grado de evolución es mayor y tenemos más conciencia.

Hace unas semanas hice un comentario en mi FB relacionado con el dolor que sentía por estar despierta, en el sentido de que ya no había más autoengaño y veía las cosas muy claras y eso me llevaba a sentir una inmensa soledad, por no poder hablarlo con nadie. Entonces alguien me dijo que estar despierta más bien significaba amar incondicionalmente a todos, a todo y a toda situación que se estuviera viviendo…

No estoy de acuerdo. Creo que estar despierta me lleva también a enojarme con el estado de cosas de la actualidad y más aún, a enojarme con las personas que bajo el pretexto del amor incondicional y todo ese bagaje de cosas de la New Age se inclinan por autoengañarse cuando niegan que lo que pasa no los va a afectar. Los afecta. Nos afecta a todos.

Y recordé a mi maestro. Recordé a John de Abate. El decía que el conocimiento viaja en forma de espiral y nuestro viaje hacia la conciencia repite ese patrón. Por tanto, al tener más conciencia no podremos estar polarizados de ninguna manera. 

También recordé a Carl Jung. La integración de la psique es más importante que ese amor incondicional del que hablaba esa persona.

Integrar los opuestos comienza por integrar tu propia psique. Hacer consciente lo inconsciente. Llegar al encuentro de la sombra, desmenuzar sus contenidos, permitiendo que el Ego se de cuenta de que él no es lo más grande. Que lo más grande es el Yo. El sí mismo. La esencia. La parte de nuestra alma que no encarna en el plano físico. La fuente.

Entonces el Ego se somete al YO. No desaparece porque el Ego es importante en el tanto es el puente de comunicación con lo externo. El Ego se deja conducir por el Yo. Y la sombra se debilita dando salida una y otra vez a múltiples contenidos. Entonces, conceptos como el destino, el determinismo, la suerte se vuelven conceptos obsoletos. Porque yo soy el futuro. Yo soy el tiempo y el espacio. YO soy la fuente.

La integración es lo que lleva a la disolución de la matrix en la que vivimos. La integración de los opuestos que lleva a unificar tu psique, luego te lleva a integrar todos los pares de opuestos que constituyen la vida:
Lo de arriba y lo de abajo
Lo bueno y lo malo
Lo bello y lo feo
El bien y el mal
Lo de adentro con lo de afuera
Lo grande y lo pequeño
La verdad y la mentira
La vida y la muerte
La luz y la oscuridad

Esa pugna entre los opuestos es lo que le da equilibrio a la vida. Mi maestro decía que había que experimentarlo todo para poder integrarse. Meterse dentro de la razón y acabar en la emoción pura. Usar los dos hemisferios cerebrales porque los dos hemisferios son igual de importantes.
Sin olvidar que todo es mental. Que somos la idea de nosotros mismos manifestada. Que manifestamos todo lo que pensamos con intención… y sin ella. Con el puro deseo. Por eso, Garnier Malet decía que había que modificar el concepto de “Hacerle a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran”, y modificarlo por: “pensar en hacerle a los demás lo que nos gustaría que los demás pensaran en hacernos”

Esos son los futuros peligrosos. Creados por nosotros y por otros y que luego nosotros utilizamos. Y como las más de las veces andamos por la vida sin saber, en automático, utilizamos esos futuros y luego creemos que fue el destino.

Ahora, acabar con la matrix es entonces un trabajo individual. Por eso Jung decía: “el cambio debe empezar en alguna parte, y es en el individuo en donde debe darse. Si una persona cambia puede llegar a contagiar a otra de hacer lo mismo, y esta a otra, y luego otra a otra, y así sucesivamente”
Pero para poder hablar de un cambio hay primero que atreverse a saber. Atreverse a conocerse. Porque vemos afuera lo que está dentro de nosotros.

Dentro de nosotros está todo guardado en potencia y tenemos que aprender a verlo y a entenderlo. A aceptarlo como algo nuestro. A transformarlo en algo mejor. Conocernos es mirar para adentro y sostener la mirada cuando lo que encontramos es desagradable, malo, defectuoso. Tratar de entenderlo buscando su origen es lo que lleva a su disolución.

Como adentro es afuera, dice el principio hermético. Y para entender lo de afuera debemos entender lo de adentro y sobre todo comprender qué fue lo que nos llevó a crearlo. O a vivirlo, experimentando el futuro creado por otros.

Para poder trascendernos debemos ser conscientes de esa espiral.

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