La vida que perdí y que estoy recuperando

Así era yo cuando pasó lo del Centro de Cine

 

Así soy ahora, retomando lo que dejé    abandonado

Si pudiera volver atrás en el tiempo…

Hace unos días leía un artículo que alguien posteó en Facebook y que hablaba acerca de que a nadie se le debería de preguntar la edad. La persona que escribió el artículo decía: en lugar de decir cuántos años tengo podría decir tengo 16 te quiero que le dije a alguien o bien, tengo 10 te extraño o 15 adioses…

Realmente la vida se compone de pedazos de recuerdos, de montones de culpas, de emociones desbordadas, de despedidas, re encuentros, pausas. Me pregunto qué cosas haríamos si de pronto pudiéramos volver en el tiempo a arreglar todo lo que quedó mal hecho. A decirle adiós a quien no se lo dijimos y a decirle hola a quien ignoramos.

Si yo pudiera volver en el tiempo tendría más paciencia con mi mamá. Le daría más amor a mi padre y hubiera encontrado el tiempo para conocer a mis abuelos.

Si pudiera volver en el tiempo, dejaría la casa sucia para jugar con mi hijo todos sus juegos de mesa y lo invitaría a correr descalzos por la hierba y a tirarnos al suelo a descifrar los dibujos de las nubes.

Si pudiera volver en el tiempo hablaría con mi hija que entrando en la adolescencia me esperaba para contarme cosas.

Si pudiera volver en el tiempo lucharía con todas mis fuerzas para salvar a mi hijo mayor.

Pero no se puede viajar en el tiempo. La vida, tu vida fue simplemente como fue.

No podés cambiar las situaciones pero sí podés cambiar la forma de verlas, de interpretarlas.

Lo que me gusta de estar envejeciendo, es que me estoy reconciliando con la vida.

Mi madre me dio lo único que podía darme. No pudo darme otra cosa, porque su pasado la moldeó y ella no conoció nada más.

Mi padre también. Me dio lo único que tenía en ese momento. Ambos hicieron lo que podían. Así lo entiendo ahora.

La sombra que empaña mi día de sol

Lo único que me sigue doliendo y creo que seguirá doliendo hasta que muera es la agresión social que viví. Dos veces. Seguida una de la otra. Pero me duele no por las personas que me lastimaron. Me duele porque yo lo permití. Sin embargo, nada puede hacerse con eso. Estoy siguiendo un proceso de perdón. De perdón a mí misma y de perdón a quienes me lastimaron. Esto último es lo que más me duele. Sin embargo, perdonarles me beneficia solo a mí, porque me libera.

No estoy buscando una excusa para lo que voy a decir, que justifique el hecho de que no supe defenderme y defender mi vida. Es simplemente que no tenía las herramientas para hacerlo. Toda mi vida, en relación a mi infancia, oí decir que yo era “pobrecita”, que yo “no lo podía hacer”. Y lo creí. Y viví después sintiéndome pobrecita y sintiendo que no podía hacer nada. Que no tenía derecho. Y que los demás sí. Entonces, mientras los demás de mi edad construían su proyecto de vida, yo solo sobrevivía en ese mundo que era más fuerte que yo, que era una pobrecita.

Hasta que lo comprendí. Lo comprendí hace muy poco. A mis 60 años. Tuve que salir de mi entorno para darme cuenta que yo era una persona como todas las demás. Con derechos, son sueños, con responsabilidades y que si quería conseguir algo, tenía que luchar a brazo partido para lograrlo, en lugar de hacerlo a escondidas, para que los demás no se dieran cuenta que yo tenía un sueño, buscaba un trabajo o quería vivir.

La maravilla de darse cuenta

En este momento, bajo mi piel, palpita un deseo de autorrealización que debo cumplir, un anhelo por hacer todo aquello que tuve que dejar cuando pasó lo del Centro de Cine, como lo llamo yo. El antes y el después. Porque hubo un antes en que me sentí con fuerzas para soñar. El contexto en que se desarrollaba mi vida en ese momento me ayudó  a sentir que yo también podía… hasta que pasó lo que pasó. Entonces comenzó el después, que ha durado muchos años, hasta que lo comprendí.

Y comprendiéndolo, comprendiendo la raíz de todo el conflicto, éste desapareció. Ah, si en este momento volviera a suceder lo que sucedió, ya no sucedería, porque aquí estoy YO. Integra. Completa. Sin miedo. Consciente. Viva.

 

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